Alicia tiene hoy en la mañana un importante examen en la universidad. Como estuvo estudiando hasta muy tarde, no escucha la alarma del despertador cuando suena y sigue durmiendo. Cuando finalmente se despierta y mira el reloj, se asusta mucho. Su sistema de alarma biológico se dispara y hormonas tales como: la adrenalina y el cortisol empiezan a segregarse.
Estrés!
Su ritmo cardíaco se dispara, las células obtienen más oxígeno y energía, por lo que Alicia puede moverse más rápido. Y así, ella salga de su casa lo antes posible y poder llegar a presentarse al examen a tiempo.
Estrés!
El estrés que siente Alicia es una reacción a una emergencia. En este caso, no es de un león del que Alicia tiene que huir, pero al menos el exámen es muy importante para ella, y eso genera esta respuesta en su cuerpo. El estrés nos ayuda a responder, a movernos y a pensar más rápido, para que podamos superar una situación de emergencia.
Sin embargo, cuando el estrés se vuelve crónico, lo llamamos „distres“. Una situación que reduce el bienestar y que cuando éste estrés negativo se instala durante un largo período de tiempo, también puede afectar la salud. Algunas hormonas se segregan en mayor medida, lo que puede provocar presión arterial alta y cambios en el metabolismo, que inciden negativamente en muchos aspectos fisiológicos del cuerpo. Por ejemplo, la respuesta inmune a agentes patógenos puede verse debilitada por el estrés. Puede existir mayor propensión a afecciones cardiovasculares, óseas, neurológicas e incluso trastornos psiquiátricos. Además, las personas estresadas suelen tener hábitos menos saludables, como comer de manera menos saludable, hacer menos ejercicio o dormir mal.
El cuerpo no puede funcionar óptimamente bajo estrés continuo. Los estudios han demostrado que el cortisol puede aumentar el apetito y aumentar la elección de alimentos ricos en calorías, aumentar la acumulación de grasa, especialmente a nivel visceral, afectando en consecuencia el peso [1, 2, 3].
Lo más importante, por supuesto, es encontrar y reducir el desencadenante del estrés negativo. Pero también es muy recomendable tener una dieta equilibrada, ejercicio regular y cubrir las demandas de sueño. Para reducir el estrés, también se recomiendan actividades como yoga, meditación y ejercicios de relajación, entre otras.
En el 2019, prepárate para lidiar con tu estrés y evita los factores que pueden desencadenarlo exacerbadamente de manera negativa, para no tener que pagar con tu salud. Piensa detenidamente qué hace que te sientas bien y equilibrado contigo mismo y con tu entorno.