Desde hace unas décadas se ha puesto de moda el mindfulness, el ejercicio de la atención plena o la capacidad de recordarnos que estamos en el aquí y en el ahora, es decir “vivir en el presente”. Que ha demostrado el aumento del bienestar general. Llevada ésta técnica a la alimentación tendríamos el mindful eating o la capacidad de estar presente en el momento de alimentarnos. Se trata de respetar e identificar las señales propias de hambre y saciedad, de degustar los alimentos de manera pausada y utilizando los cinco sentidos para disfrutar la comida, sin juzgar y a través de unos alimentos que hemos escogido también de manera consciente.
Cuando se come siendo consciente de cada uno de los sentidos, se entra en otro nivel de la alimentación. Una vez leí una frase en un periódico de Viena que me llamó mucho la atención, traducida sería algo así como: „Un sommelier nunca se embriaga“. Y es que justo una persona especialista en vinos conoce como a través de los cinco sentidos puede degustar un vino y también, justo por eso, en como disfrutarlo. O pensemos en un buen chef que justo con la construcción de sus platos, hace que realicemos de verdad un viaje a través de los sentidos para que la comida quede en nuestra memoria asociada a todo el placer que cada uno de nuestros sentidos en ese momento nos brindó. Pero también los diseñadores de nuevos productos alimenticios combinan todo este conocimiento para diseñar productos que sean prácticamente irresistibles para nosotros.
A continuación te comparto algunos detalles que son importantes para que seas consciente de como tus sentidos te ayudan a elegir tus alimentos:
El olfato:
Cuando estás resfriado, ¿te has fijado en cómo te saben los alimentos? ¿O qué sucede cuando tienes hambre y llegas a casa justo cuando están preparando tu comida favorita? ¿A qué te huele la navidad, qué olores se te vienen a la cabeza?
Se pensaba que podíamos identificar 10.000 olores diferentes, sin embargo ahora sabemos que hasta casi 1 billon de olores podemos reconocer. Prácticamente depende de que un alimento nos guste o no, por como nos huele. Y es que el olor nos ayuda a identificar y evaluar nuestra comida. La nariz nos dice por ejemplo si algo está fresco o no, y nos dice también sobre la calidad del alimento antes de que lo veamos o lo saboreemos.
¿Conoces la anosmia? Las personas con anosmia no pueden identificar ningún olor, lo que afecta muchísimo su calidad de vida y pueden llevarlas a la depresión.
El tacto:
¿Has probado comer caracoles, u ostras? Para algunos son texturas bastante conocidas, para otros completamente inimaginables. El tacto es bastante importante en nuestra decisión de comer algo aproximadamente en un 60%. Podemos distinguir la forma, la textura, o la consistencia de un alimento con este sentido, y adicional, a través de la boca identificar la temperatura. Muchos niños a veces justo por como sienten un nuevo alimento en la boca es que pueden rechazarlo, aunque lo hubiesen aprobado por el olor o la forma en que se veía. Por ello, es más factible que se inclinen por verduras que sean crocantes, que preparadas en un puré. Y es que la aceptación por un alimento que sea blando, duro, rugoso, elástico o una mezcla de varias texturas es muy personal y bastante influenciado por la cultura en la que hayamos crecido. Lo que si puede tener mucho éxito de aceptación es la mezcla antagónica de texturas, como por ejemplo un alimento preparado con algo bastante crujiente y consistente con algo a la vez muy suave y cremoso.
El oído:
¿Cómo suena lo que comes? ¿Identificas cuando alguien come palomitas de maíz en el cine mientras tú estás concentrado viendo la película? Y cuando muerdes una manzana, o unas galletas puedes evaluar que tan frescos son por el sonido que escuchas? Y qué escuchas cuando sirves agua con gas?
El sonido al morder y al masticar es como la huella acústica de nuestra comida.
Los diseñadores de productos alimenticios, incluso tienen en cuenta como suena el alimento al momento de desempacarlo para que el sonido lo asocies con la frescura del producto.
La vista:
¿Qué pensamos por ejemplo cuando vemos unos tomates muy verdes? Inmediatamente lo asociamos con que no están maduros, y no vamos a querer comerlos. Pero observa que pasa, si para nuestros ojos algo es catalogado como muy delicioso, ¿cómo sientes que nuestro cuerpo se prepara para comerlo?
La vista, es el primer canal de información acerca de nuestra comida, como es: la forma, el color, la superficie, el tamaño… Comemos con los ojos! Cómo se ve algo influencia enormemente nuestra decisión de comerlo o no. Y no sólo eso, también influye el color y la forma del plato donde está servido el alimento. De allí la importancia que a los niños se les presente la comida de una manera visualmente agradable. Aunque realmente a todos nos gusta comernos una comida que ante todo sea vea muy bien!
El gusto:
Primero el sentido del olfato identifica los aromas, luego es el turno para la lengua evaluar si algo es dulce, ácido, amargo, salado o umami. En nuestra evolución fue importante distinguir que la leche materna tenía un sabor dulce que fue asociado con mayor densidad calórica, y por eso es tan familiar para los niños este sabor, en cambio distinguir el sabor amargo fue vital para identificar sustancias venenosas. Pero también es conocido el efecto de la exposición frecuente de los alimentos, que hace que una vez un alimento o una preparación ha sido aceptada, seguirá siendo positivamente valorada, es decir, nuestra comida favorita siempre nos gustará mucho más.
El psicólogo Charles Spencer encontró por ejemplo que escuchar la música con baja frecuencia, nos lleva a percibir en mayor grado los sabores amargos, mientras que si la música es en alta frecuencia son los sabores dulces y afrutados los que más percibimos. Incluso que es distinta la percepción cuando comemos los alimentos con cubiertos de metal, a cuando los comemos con unos de plástico. Comemos en mayor tranquilidad y más pausado con música suave, y damos mayor valor a la comida si la comemos con cubiertos de metal.
En el momento de comer trata de valorar tu comida de acuerdo a la información que te dan cada uno de tus sentidos. Tomate el tiempo para hacerlo, no tienes que empezar hacer esta actividad con todas las comidas. Incluso si empiezas con un alimento al día está muy bien. Y observa, a qué huele tú alimento? Cómo se ve? Que características tiene? Cómo está servido? Cómo es la mejor forma de comerlo? Qué colores tiene? Cuando lo pruebes observa la temperatura, la consistencia, la forma, el sonido al masticar. Qué es lo más agradable?… Quizás la próxima vez quieras experimentar algo así como: comer algún pescado servido en un plato azul, o algún alimento con algas marinas, mientras escuchas música que asocies al mar, o a la playa, y pon atención a cada uno de tus sentidos. Pero sobre todo recuerda, disfrutar el momento de alimentarte!